sábado, 29 de agosto de 2015

DESDE EL CARIBE. Dos regalos que tu mereces

Desde ese pueblo que en tiempos dominó parte de las Antillas para después extenderse por el norte de América del Sur

Para Vivir
Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien
que a esta unión de nosotros le hacía falta carne y deseo también
que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí
que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti.

Y ahora ves lo que pasó, al fin nació
al pasar de los años el tremendo cansancio que provoco ya en ti.
Y aunque que es penoso lo tienes que decir.

Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin
si así no hubiera sido yo habría seguido jugando a hacerte feliz.
Y aunque el llanto es amargo piensa en los años que tienes para vivir
que mi dolor no es menos y lo peor es que ya no puedo sentir.

Y ahora tratar de conquistar con vano afán
este tiempo perdido que nos deja vencidos sin poder conocer
eso que llaman amor para vivir...
...para vivir.

Hombre preso que mira a su hijo
Cuando era como vos me enseñaron los viejos
Y también las maestras bondadosas y miopes
Que libertad o muerte era una redundancia,
A quién se le ocurría en un país
Donde los presidentes andaban sin capanga.
Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
Ya que la patria funcionaba bien;
En las canchas y en los pastoreos.

Realmente, botija, no sabían un corno,
Pobrecitos creían que "libertad"
Era tan sólo una palabra aguda
Que muerte, era tan sólo grave o llana,
Que cárceles, por suerte una palabra esdrújula
Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos,
Sino de otros más duros y siniestros
Y estos sí, como nos ensartaron
En la limpia república verbal y cómo idealizaron
La vidurria de vaca y estancieros
Y cómo nos vendieron un ejército
Que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere
Uno no siempre puede, por eso estoy aquí,
Mirándote y echándote de menos.
Por eso es que no puedo despeinarte el coco,
Ni ayudarte con la tabla del nueve
Y acribillarte a pelotazos.

Vos sabes bien que tuve que elegir
Otros juegos y que los jugué en serio.
Y jugué, por ejemplo, a los ladrones
Y los ladrones eran policías
Y jugué, por ejemplo, a la escondida
Si te descubrían te mataban
Y jugué a la mancha y era de sangre.

Botija, aunque tengas pocos años,
Creo que hay que decirte la verdad
Para que no la olvides, por eso
No te oculto que me dieron picana
Que casi me revientan los riñones.
Todas estas llagas, hinchazones y heridas
Que tus ojos redondos miran hipnotizados
Son durísimos golpes, son botas en la cara
Demasiado dolor para que te lo oculte,
Demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
Que tu viejo calló o puteó como un loco
Que es una linda forma de callar
Que tu viejo olvidó todos los números,
Por eso no podría ayudarte en las tablas
Y por lo tanto olvidé todos los teléfonos
Y las calles y el color de los ojos,
Y los cabellos y las cicatrices
Y en qué esquina y en qué bar,
Qué parada, qué casa.

Y acordarme de ti,
De tu carita me ayudaba a callar,
Una cosa es morirse de dolor
Y otra cosa morirse de vergüenza.
Por eso ahora, me podés preguntar
Y sobre todo puedo yo responder.
Uno no siempre hace lo que quiere
Pero tiene el derecho
De no hacer lo que no quiere.
Llora no más, botija,
Son macanas que los hombres no lloran,
Aquí lloramos todos,
Gritamos, chillamos, moqueamos, berreamos,
Maldecimos, porque es mejor llorar que traicionar,
Porque es mejor llorar que traicionarse,
Llorar, pero no olvidés.

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